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Canción moderna.
[...]
En España, a fines del s. XIX y comienzos del XX, se dio el gran auge
de la zarzuela y el género chico, de inspiración popularista; estos
éxitos coexistieron con los de canciones de importación, siempre de
carácter acusadamente melódico: habaneras, canciones napolitanas,
operetas centroeuropeas, etc.
En los primeros lustros del s. XX se introdujo una variante de la
tonadilla tradicional, que adoptó el nombre afrancesado de "cuplé", y
sufrió una fuerte influencia del llamado "café concert" que triunfaba
en París. En principio, el cuplé se manifestó en la doble variedad
antillana y francesa, pero no tardó en asimilar también elementos del
folclore andaluz con estrellas como Pastora Imperio.
[Pero, ¿no acaba de decir que en principio el cuplé era la antigua
tonadilla un poco variada?]
Hacia los años de la I Guerra Mundial, el café concert fue
desapareciendo en beneficio de una nueva modalidad de espectáculo
denominada "music-hall"; en España, donde en veintinco años llegó a
haber más de trescientos music-halls, el cuplé adquirió
definitivamente carta de naturaleza y se dignificó, tanto en lo que se
refiere a la presentación e indumentaria de las artistas, como en lo
concerniente a la calidad de la música y de la letra, esta última
debida en ocasiones a escritores conocidos como los hermanos Quintero,
Luis Fernández Ardavín, Manuel Machado y Luis de Tapia.
Alrededor de 1925 se inició un rápido declive del cuplé español;
aunque aparecieron figuras importantes, en general entroncadas con la
tradición folclórica andaluza, el público se pronunció cada vez más en
favor de otro tipo de canciones: triunfó el charlestón, el foxtrot; en
1925 se reveló en París Josephine Baker, y las variedades
retrocedieron ante el auge de la "Revista". El tango argentino, que
se conoció en España en 1906, triunfó plenamente entre 1926 y 1932,
con artistas como Spaventa, Carlos Gardel e Irusta, Fugazot y Demare;
hacia 1930 el jazz empezó a adquirir importancia y sus éxitos
alternaron con los de las canciones latinoamericanas más lánguidas y
melodiosas, como las que popularizaba Eduardo Brito.
Mientras, en el curso de los últimos años, se había iniciado una
triple evolución de signo técnico destinada a transformar completamente
el mundo de la canción, superando definitivamente la época del
music-hall, que hacia 1935 decayó ya de manera visible.
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