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Querella de antiguos y modernos.
La discusión existente sobre los méritos de los autores antiguos y
modernos tomó nuevo impulso cuando Charles Perrault leyó en la
Academia Francesa su poema titulado 'El siglo de Luis el Grande' y
publicó su 'Comparación entre antiguos y modernos', 1688+, en la que
pretendía demostrar la superioridad de los modernos. La Fontaine,
Boileau, en sus Reflexiones sobre Longrin, 1694, Racine y La Bruyère,
salieron en defensa de los antiguos. Fontenelle y otros académicos se
pusieron de parte de Perrault. La querella se apaciguó en 1694 cuando
Arnauld consiguió que se reconciliaran los cabecillas de los dos
bandos, Boileau y Perrault. En el fondo de esta disputa latía una
oposición entre quienes creían en unos valores tradicionales, eternos
e inamovibles, y los partidarios de un progreso basado exclusivamente
en la razón e inteligencia humanas.
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