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D (Fonética y pronunciación).
Articulación de la d. La D, consonante dental sonora, conoce en
español dos modalidades. Una de ellas es la D oclusiva, en que la
punta de la lengua se apoya en la cara interior de los incisivos
superiores, obstruyendo la salida del aire; se da esta articulación en
posición inicial absoluta o al preceder a la D n o l; 'donde',
'caldo'. La otra modalidad es la D fricativa, en la que la punta de
la lengua, en vez de hacer contacto estrecho con los incisivos, los
roza levemente, permitiendo que la salida del aire se produzca con
suavidad. Se articula fricativa toda D que no sea inicial absoluta o
que no vaya precedida de n o l: 'maduro'.
Pronunciación: La D de los participios en 'ado' (cantado, hablado,
etc.) se pronuncia como una d fricativa y más frecuentemente una d
menos perceptible, más débil, quedando relegada al lenguaje familiar
su desaparición ('cantao').
En posición final de palabra, seguida de otro sonido, la D se
pronuncia fricativa: 'edad envidiable'. Pero se produce un sonido
mucho más débil en posición final absoluta; 'virtud'. Es hábito
familiar la supresión de dicha d ('virtú') y característica de ciertas
regiones castellanas su interdentalización (virtuz).
Fonética histórica: La D castellana procede de la T latina (catenam >
cadena) o D (ardentem > ardiente). La D procedente de T ha llegado a
desaparecer en la desinencia 'tis' de 2ª persona del plural (amatis >
amades > amáis)m y en el habla vulgar, en la terminación 'ado'. La D
procedente de D latina se mantiene (nidu > nido), pero a menudo se
pierde también (foedu > feo; laudare > loar). La D + yod pasa a y
(radiare > rayar). Precedida de consonante, evoluciona a ç en
castellano medieval, modernamente 'z' (verecundia > vergüença >
vergüenza). En el grupo románico D'C, la D se ha convertido en z
(jud(i)care > judgar > juzgar). La D puede introducirse en el cuerpo
de la palabra, principalmente en el grupo N'R (ingenerare >
engendrar). En posición final, alguna vez se pierde (ad > a).
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